Caballos entrenando en la playa, niños jugando al rugby cubiertos de barro, barcos atracados en el puerto esperando que pase el temporal… Así es Gales. Un lugar de costumbres que se siente orgulloso de su historia y sus tradiciones. Hay un estilo de vida diferente en los días de bruma, cuando se observa el tranquilo caminar de esos corderos felices que miran con desprecio a los viejos ‘land-rover’ o a las ‘pick up toyota’ que llegan a las granjas con sus remolques de aluminio. Y es que Gales tienes muchos viajes. Y muchas miradas.
Para muchos, Gales es esa remota región al oeste de Gran Bretaña, donde parece reinar la placidez y tranquilidad más absoluta. No son muchos kilómetros, pero Londres, Liverpool o Manchester están cerca, aunque siguen siendo otro mundo. Gales sabe que es el corazón energético de Gran Bretaña, como bien demuestra su pasado miniero o la imagen industrial de Port Talbot o Milford Haven.
Aquí comenzó la revolución industrial, y ahora hay una nueva revolución hacia la sostenibilidad, porque los tiempos están cambiando. Sostenibilidad, equilibrio, limpieza y biodiversidad no son, aquí, palabras vacías. Eso nos permite ir a Gales para disfrutar de sus paisajes rurales, algunos especialmente espectaculares, recorridos por minúsculas carreteras protegidas por elevados setos. Las prisas parecen estar fuera de contexto, pero la tecnología funciona y eso se agradece.
Un rincón casi secreto
Primer consejo. A los galeses no les gusta que les llamen ingleses, y mucho menos cuando se habla de rugby, el gran deporte nacional. De hecho, Inglaterra y Gales juegan como naciones diferentes en el gran torneo de las Seis Naciones que enfrenta a los mejores equipos del mundo. En Gales nacen los galeses… Con su dragón, con su bandera blanca y verde y un idioma endiablado que parece imposible de aprender… Pero hay otras muchas cosas que hacen de Gales un lugar diferente y único, un rincón casi secreto lleno de encantos por descubrir.
Orgulloso e independiente como pocos, el pueblo galés presume de conservar un interesante legado cultural de orígenes remotos y de mantener sus tradiciones y su idioma como un tesoro. La historia es el verdadero patrimonio de este pueblo. Sus poblaciones en la costa y sus castillos son un extraño diálogo entre la nobleza y el pueblo, entre una aristocracia guerrera y artesanos orgullosos de sus derechos.
Los castillos, su gran atractivo
Por eso, los castillos son uno de los principales atractivos de esta región que en otro tiempo organizó su vida y su defensa en torno a ellos. Las fortificaciones medievales fueron el origen de sus principales ciudades, como Conwy, una de las poblaciones amuralladas más bellas de Europa, obra maestra de la arquitectura medieval. Desde sus murallas, contemplamos el estuario de Conwy y el magnífico puente colgante de Telford.
Otra buena referencia puede ser Carreg Cennen, cerca de Llandeilo, levantado sobre un peñasco de roca caliza con un despeñadero de 90 metros de altura que da al río Cennen. A unos cuantos kilómetros del castillo, está el National Botanic Garden of Wales, el primer jardín botánico creado en Gran Bretaña desde hace dos siglos.
La lista de edificaciones históricas es casi infinita. Los castillos de Criceth o de Harlech compiten como reclamo con las abadias de Glyn y Groes o la de Cymer. El poder recorrer estos lugares siguiendo los relatos de George Borrow o Bruce Chatwin.
Y los pueblos de pescadores
Para el visitante, otro de los hitos importantes son los pueblos de pescadores dispersos por toda la costa, que nos obligan a hacer una parada para ver cómo se mantienen las mismas tradiciones pesqueras de hace siglos. También son obligatorios los pueblos mineros, como Dolgellay, en plena zona del Oro y centro de la región desde la época romana. Desde el Cader Iris, con sus 900 metros de altura, hay unas espléndidas vistas de toda la cuenca minera.
Esa componente industrial se ve muy superada por el amor a la ganadería y una nueva forma de entender la producción de alimentos. En Gales hay una cierta revolución de la cocina y la gastronomía, con restaurantes repartidos por todo el país, y cada región prepara sus platos de una forma especial y distinta. Se suelen utilizar ingredientes locales, sobre todo el cordero y el vacuno. Los míticos Fish&Chips mantienen el gusto por esos filetes de bacalao frito en el momento con patatas y salsas de sabores ‘globales’. Esa globalidad de sabores nos lleva a probar carnes de cordero y vacuno con influencias de India, España o Italia, que superan aquellos platos de cordero con menta o pasteles de carne, que ahora tienen una presentación de estrella Michelin.
Purasangres en la playa
Los caballos son la otra pasión de Gales. Los purasangres entrenan en sus playas cada mañana con una absoluta libertad, como en las cercanías de St. Davis , ‘el Canterbury de Gales’, porque aquí nació el patrón de Gales en el siglo VI. La catedral es la mejor de la región y en ella se rinde culto desde hace más de 15 siglos. Desde St. David’s podremos adentrarnos en la costa de Pembrokeshire, un paraje espectacular que forma parte del único parque nacional que hay en el litoral británico.
Esa ruta forma parte de Welsh Coast Path, un maravillo recorrido donde la costa vigila toda la senda. Un sendero costero de 290 kilómetros atraviesa el antiguo Reino de Dyfed, una región misteriosa donde se encuentran las reliquias más antiguas de Gales, megalitos prehistóricos y cruces de piedra erigidas por los primeros misioneros celtas.
Desde Cardiff hasta Conwy
Evidentemente, el coche sigue siendo el mejor medio de transporte. Si se pregunta a un lugareño qué carretera escogería para disfrutar de su país si solo pudiera elegir una, una gran mayoría daría como respuesta la A470, la favorita de los galeses. Y ellos, que conocen bien su propia tierra, no eligen esta carretera al azar. Cruza muchos de los atractivos del país, y por eso es una de las imprescindibles, o incluso la más imprescindible. Une la capital, Cardiff, con la espectacular localidad medieval de Conwy.
Es un trayecto de costa a costa de unos 300 kilómetros que no tiene desperdicio: atraviesa South Wales Coalfield y el Parque Nacional de Brecon Beacons. Podrás subir a la cima de Pen y Fan, el punto más alto del sur de Gran Bretaña. Y después bordear Brecon para atravesar varias localidades con marcado acento galés que merece la pena visitar antes de llegar al punto medio exacto de Gales, Llanidloes.
Entre montañas y lagos
Aún nos queda otra parte del recorrido igual de interesante porque lo que viene a continuación es el Parque Nacional Snowdonia, una auténtica joya plagada de montañas y lagos que resulta espectacular. Un santuario para los amigos del senderismo y las grandes caminatas. El broche final, Conwy, también es para disfrutarlo a lo grande. De hecho, esta localidad por sí sola es uno de los mayores atractivos turísticos de Gales. Una experiencia que hay que realizar alguna vez en la vida.
Posiblemente, la parte más visual la encontraremos en el norte de Gales. Es el paraíso de las actividades outdoor. Aquí se encuentra el Parque Nacional de Snowdonia, culminado por la montaña más alta de Inglaterra y Gales, el Snowdon, donde se entrenaron Sir Edmund Hillary y su equipo antes de salir para el Everest. Si se está en forma, no hay problema: seis senderos conducen hasta la cima. Si se prefiere algo más cómodo, un tren de cremallera, el único que existe en Gran Bretaña, llega hasta lo más alto. Merece la pena subir porque el panorama desde la cima es asombroso.
Un idioma con palabras imposibles
A media hora de camino de Llanberis (la población que se extiende al pie del Snowdon), se encuentra Caernarfon, una antigua colonia inglesa construida en el siglo XII con el objetivo de erradicar lo galés en esta parte del país. No lo consiguió, pero el castillo es uno de los mejores de Gran Bretaña, muy bien conservado y prácticamente inexpugnable.
En el norte de Gales, también han surgido muchos centros que enseñan el galés, ese idioma con palabras como Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch –el topónimo más largo en el Reino Unido– en la isla de Anglesey. También en el norte, pero más hacia el este, hacia la frontera inglesa, se encuentra Llangollen, un antiguo centro comarcal situado a orillas del río Dee, bajo la mirada vigilante de Dinas Brân Castle, uno de los lugares de la leyenda artúrica del Santo Grial. Dicen que aquí estaba Camelot. No se sabe a ciencia cierta, pero eso queda para otro viaje.
Las carreteras, un reclamo turístico
¿Te gusta conducir? Pues quienes conocen Gales saben que es el lugar perfecto para disfrutar de carreteras locales, donde casi todo el mundo es amable al volante. Por eso, el propio viaje se convierte en una experiencia única, que se queda grabada sin esfuerzo en la “memoria del disfrute”. Y ésa es la razón de que las carreteras sean un reclamo turístico en sí mismas. ¿Cuál escoger? Pues hay recorridos para todos los gustos.
El programa de coches Top Gear, el más visto del mundo, tuvo como presentador a Jeremy Clarkson y es toda una institución. Desde que le grabaron conduciendo la A 4069, a esta carretera se la conoce como la carretera de Top Gear. Perfecta para los amantes de las curvas, el trayecto, desde el que se ven los picos más altos de las Black Mountains, es una ocasión perfecta para conocer el Valle de Tywi y disfrutar de un paisaje abrupto pero con encanto, desde el que nadie podría negar que se encuentra en Gales. Además, hay dos alicientes que merecen el viaje por sí solos: los castillos de Carreg Cennen y Dinefwr.
Un paisaje abrupto y con encanto
Otro tramo casi obligado, para quienes prefieran un paseo más corto y conocer las famosas Cambrain Mountains, es el que parte de la ciudad portuaria de Aberystwyth, que alberga los restos del castillo del mismo nombre. Después, hay que cruzar el llamado Puente del Diablo para seguir hacia la B4574 a Cwmystwyth y después coger la carretera de montaña que atraviesa esta zona de Gales, pasar junto a los embalses de Elan Valley y llegar a la histórica ciudad de Rhayader. Muchos días parece que las nubes corren por el cielo para llegar a ninguna parte.
Sol por la mañana, un poco de lluvia al mediodía y nublado por la tarde. El tiempo aquí no está loco, pero tiene prisa para disfrutar de los días de invierno. Así, en apenas hora y cuarto de viaje, yendo sin ninguna prisa, conoceremos parte del Gales más auténtico, una buena primera toma de contacto. Las paradas van a ser tan frecuentes que seguro que pasamos todo el día antes de llegar a un buen pub y encarar un buen vaso de sidra local.