En el interior de Murcia, en la localidad de Fortuna, se encuentra uno de los balnearios más antiguos de Europa: el Balneario Leana. Entre sus aguas termales, su arquitectura clásica y su entorno semidesértico, esconde un detalle que sorprende a quienes lo visitan por primera vez: su comedor principal guarda una conexión directa con el Titanic

El origen de esta relación se remonta a un miembro de la familia fundadora del balneario, que fue representante en España de la naviera White Star Line, la misma que construyó el Titanic. Durante una visita a los astilleros en Belfast, quedó impresionado por la estética del transatlántico, especialmente por su escalera de honor y su restaurante de primera clase. De vuelta en Murcia, decidió replicar parte de ese diseño en el balneario familiar, adaptándolo a las posibilidades del entorno. 

El resultado fue un comedor decorado con una columnata central, detalles navales en relojes y ventanas, y molduras de estilo art nouveau encargadas en Barcelona y transportadas hasta Fortuna. Una réplica modesta, pero fiel en espíritu, que convierte este espacio en una rareza arquitectónica y emocional.

Un pequeño museo 

A pocos pasos de este salón, el balneario alberga también un pequeño museo dedicado al Titanic. Allí se exponen maquetas del barco, fotografías históricas, vajillas recreadas y hasta un fragmento original de carbón de sus calderas, adquirido en una subasta. Estos elementos no buscan generar espectáculo, sino preservar el legado familiar que ha acompañado al balneario durante generaciones. 

 

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Destino de salud y descanso

Pero más allá de este relato histórico, Leana destaca por lo que siempre ha sido, un destino de salud y descanso. Sus aguas termales, que brotan a una temperatura constante de 36 grados, poseen propiedades medicinales reconocidas en tratamientos reumatológicos, respiratorios y dermatológicos. A esto se suman piscinas exteriores con vistas al palmeral, un spa romano con duchas aromáticas y una playa termal única en Europa, diseñada con arena, palmeras y tumbonas en plena zona árida de Mahoya. 

El Balneario Leana es uno de esos lugares donde el turismo de bienestar se cruza con la historia. Un sitio donde una comida puede tener sabor a transatlántico y donde el vapor de las termas lleva consigo, discretamente, una historia que cruzó el Atlántico hace más de un siglo. 

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