Si crees que la temporada de setas solo se disfruta en otoño, prepárate para una sorpresa: la primavera también es un momento ideal para adentrarse en los bosques de Burgos en busca de hongos de primera calidad. Con una biodiversidad excepcional y cinco zonas de alto valor ecológico, la provincia se convierte en un destino privilegiado para los amantes de la micología y la gastronomía.
Con la llegada del buen tiempo, los montes burgaleses despiertan con una explosión de vida que no solo atrae a senderistas y aventureros, sino también a aquellos que disfrutan de la buena mesa. Recoger setas en primavera no solo es una actividad fascinante, sino también una oportunidad perfecta para descubrir la riqueza patrimonial, histórica y natural de la provincia.

Cinco enclaves imprescindibles para la recolección de setas en primavera
- Montes de Oca: tradición micológica en plena naturaleza
Entre la Bureba y la Sierra de la Demanda, esta zona se erige como uno de los enclaves micológicos más ricos de Burgos. Aquí, el Camino de Santiago atraviesa densos bosques que ocultan auténticos tesoros gastronómicos. Su cercanía a la Sierra de Atapuerca hace que este entorno sea un destino inigualable para combinar historia y naturaleza mientras se recolectan setas.
- Demanda-San Millán: un paraíso para los buscadores de hongos
Al sureste de la provincia, entre extensos hayedos y pinares, se encuentra una de las áreas más fértiles para la micología. Además de su riqueza en setas, esta zona invita a recorrer rutas paisajísticas que conectan con pueblos como Salas de los Infantes y Pradoluengo, ideales para una escapada completa entre tradición y naturaleza.

- Villanueva Tobera: entre robles y hayas
Enclavado en el Condado de Treviño, este coto micológico ofrece experiencias únicas para los aficionados a las setas. Sus espesos bosques de hayas y robles son el escenario perfecto para desconectar y sumergirse en la naturaleza. Además, la cercanía de localidades con un gran patrimonio histórico, como Treviño o Poza de la Sal, añade un valor extra a la visita.
- Valle de Mena: entre estrellas y micología
Más allá de sus bosques repletos de setas, este valle es conocido por la pureza de sus cielos nocturnos, reconocidos como Parque Estelar por la UNESCO. Aquí, la tradición micológica se combina con un legado románico de gran valor, como la iglesia de San Lorenzo de Vallejo de Mena o el castillo de Hormaza, haciendo de esta zona un destino imprescindible.
- Fresneda de la Sierra Tirón: belleza natural y patrimonio
En la Sierra de la Demanda, esta localidad destaca no solo por su riqueza micológica, sino también por su entorno natural protegido. Sus iglesias y ruinas históricas brindan un marco incomparable para la recolección de setas, convirtiendo cada jornada en una experiencia única para todos los sentidos.

Setas que marcan la temporada primaveral
La primavera en Burgos trae consigo una variedad de setas que deleitan a expertos y aficionados. Entre las más apreciadas se encuentran la seta de cardo (Pleurotus eryngii), ideal para la plancha o revueltos; la boletus de pino (Boletus pinophilus), perfecta para cremas y salsas; y las senderillas (Marasmius oreades), protagonistas en tortillas y guisos.
Otras variedades, como la perretxiko (Calocybe gambosa), el marzuelo (Hygrophorus marzuolus) y la colmenilla (Morchella), hacen las delicias de los paladares más exigentes, aunque esta última requiere de un tratamiento especial antes de ser consumida.
Una experiencia para todos
La recolección de setas en Burgos no solo es una actividad accesible para todos los públicos, sino que también puede disfrutarse con total seguridad gracias a las rutas guiadas organizadas por expertos. Ya sea en familia, en pareja o en solitario, esta experiencia es la excusa perfecta para descubrir la riqueza natural y gastronómica de la provincia.
Con la primavera en su esplendor, Burgos se convierte en un destino imprescindible para los amantes de la micología y la buena mesa. Un plan perfecto para respirar aire puro, descubrir rincones inolvidables y degustar lo mejor de la cocina local, directamente desde el bosque hasta el plato.