Filipinas combina belleza natural, historia y cultura. Exploramos cuatro destinos emblemáticos con playas paradisíacas, naturaleza salvaje y una gastronomía única. Un equilibrio entre tradición y modernidad que hace del archipiélago un destino fascinante en el corazón de Asia.
Para conocer Filipinas, un archipiélago situado en el sudeste asiático compuesto por más de 7.000 islas, de las cuales solo 2.000 están habitadas, hay que remontarse al pasado. Antes de la llegada de los colonizadores europeos, estaba habitada por diversas comunidades indígenas que mantenían relaciones comerciales con países vecinos como China, India y Malasia, quienes les ayudaron a desarrollar sistemas sociales, políticos y económicos propios.
Ya en 1521, Fernando de Magallanes llegó a las islas durante su expedición de circunnavegación. Sin embargo, fue en 1565 cuando Miguel López de Legazpi estableció el primer asentamiento español en Cebú. Las islas fueron nombradas «Filipinas» en honor al rey Felipe II de España y durante más de 300 años estuvieron bajo dominio español, introduciendo el cristianismo, el sistema legal y la educación occidental que se mantiene hasta nuestros días.
Tras la Guerra Hispano-Estadounidense en 1898, España cedió Filipinas a Estados Unidos mediante el Tratado de París, un cambio de poder que llevó a la Guerra Filipino-Estadounidense, ya que los filipinos buscaban su independencia. Durante la Segunda Guerra Mundial, Filipinas fue ocupada por Japón entre 1942 y 1945. Tras la liberación, el país obtuvo su independencia el 4 de julio de 1946. Desde entonces, Filipinas ha enfrentado diversos desafíos políticos, económicos y sociales, pero ha mantenido una trayectoria hacia el desarrollo y la modernización.

Amalgama de influencias
Por su pasado, la cultura filipina es una amalgama de influencias indígenas, españolas, estadounidenses y asiáticas. Una mezcla que se puede apreciar en el idioma, los dos oficiales son el filipino (basado en el tagalo) y el inglés, aunque se hablan más de 170 lenguas y dialectos en todo el país. Asimismo, aunque la mayoría de la población profesa el cristianismo, principalmente el catolicismo, legado de la colonización española, también existen comunidades musulmanas, especialmente en la región de Mindanao.
Lo mismo ocurre con la gastronomía, diversa y sabrosa, con platos emblemáticos como el «adobo» (carne marinada en vinagre y salsa de soja), «sinangag» (arroz frito con ajo) y «lechón» (cerdo asado entero). La influencia española es evidente en recetas como el «caldereta» y el «afritada».
Manila: el corazón histórico y cultural
Como capital de Filipinas, Manila es una metrópolis que combina lo antiguo y lo moderno. Gracias a su aeropuerto internacional, este es el mejor punto para comenzar nuestro viaje. Fundada en 1571 por el explorador español Miguel López de Legazpi, la ciudad ha sido testigo de influencias españolas, americanas y japonesas, todas las cuales han dejado una huella indeleble en su patrimonio.
Uno de los lugares más emblemáticos es Intramuros, la ciudad amurallada construida durante la colonización española. Pasear por sus calles adoquinadas es como viajar en el tiempo, con estructuras históricas como la Iglesia de San Agustín y el Fuerte Santiago. Además, el Museo Nacional de Filipinas ofrece una visión profunda del arte, la cultura y la historia del país.
Para los amantes de la gastronomía, Manila es un paraíso. La cocina filipina es una fusión de sabores malayos, chinos, españoles y americanos. Platos como el adobo (carne marinada en vinagre y salsa de soja), sinigang (sopa agria) y lechón (cerdo asado) son imprescindibles. Los mercados nocturnos y los restaurantes de la ciudad ofrecen una amplia gama de opciones para satisfacer todos los paladares.
La capital ofrece una amplia y variada oferta hotelera que se adapta a todos los presupuestos y estilos de viaje. Desde lujosos resorts de cinco estrellas ubicados en Makati y Bonifacio Global City, como el de la cadena Shangri-La, con 669 suites, cuatro restaurantes y spa, o Fairmont, en el centro financiero, hasta encantadores hoteles boutique en Intramuros, donde la historia y el confort se fusionan. Para los viajeros con presupuesto ajustado, hay numerosas opciones de hostales y alojamientos económicos en áreas como Malate y Ermita.
Siargao: el paraíso del surf
Siendo sin duda la isla favorita de este recorrido, conocida como la «Capital del Surf de Filipinas», es un destino en forma de lágrima. Aunque anteriormente era un secreto bien guardado entre los surfistas y turistas, la isla ha ganado fama internacional por sus olas de clase mundial, su ambiente relajado y sus impresionantes islas de arena blanca y aguas cristalinas con bancos de peces perfectos para practicar snorkel.

El spot de surf más famoso es Cloud 9, reconocido por sus potentes olas y su icónico muelle de madera. Tanto principiantes como expertos pueden encontrar olas adecuadas a su nivel en diferentes puntos de la isla, ofreciendo clases particulares y grupales. Además del surf, Siargao ofrece actividades como el island hopping a las islas vecinas de Guyam, Daku y Naked Island. La Cueva de Sohoton, ubicada en la cercana isla de Bucas Grande, es otro destino destacado, con sus piscinas naturales interconectadas rodeadas de exuberante vegetación.

La gastronomía en Siargao refleja su entorno costero, donde los mariscos frescos son los protagonistas indiscutibles en muchos platos locales. Una experiencia culinaria única es el «boodle fight» en Daku Island, donde se sirve una variedad de alimentos sobre hojas de plátano y todos comen con las manos, fomentando la camaradería y la comunidad. Además, no se puede dejar de probar el «pan de surf», un pan local con forma de tabla de surf, cocido tradicionalmente con cáscaras de coco como combustible.
En General Luna, el epicentro turístico, abundan los eco-hoteles y bungalows diseñados para integrarse con el entorno, mientras que en zonas más apartadas es posible encontrar hoteles boutique y villas privadas ideales para una escapada tranquila. Ya sea para surfistas en busca de alojamientos económicos, como en Romantic Beach, o viajeros que buscan lujo en la playa, como en Inara Resort, Siargao tiene opciones para todos los gustos.
Coron: aventuras submarinas
Situado en la provincia de Palawan, Corón es famoso por sus aguas cristalinas, formaciones kársticas y, especialmente, por sus sitios de buceo. Durante la Segunda Guerra Mundial, varios barcos japoneses fueron hundidos en la bahía de Corón, convirtiéndose en arrecifes artificiales que ahora albergan una abundante vida marina. Estos naufragios, que se encuentran a profundidades que van desde los 12 hasta los 43 metros, atraen a buceadores de todo el mundo. También se puede visitar haciendo snorkel.

Además del buceo, Corón ofrece otras maravillas naturales como el Lago Kayangan, accesible tras una caminata de 10 minutos, es conocido por sus aguas cristalinas rodeadas de imponentes acantilados de piedra caliza. La vista desde el mirador es simplemente espectacular y ofrece oportunidades fotográficas inigualables.
En cuanto a la cocina de Corón, además de continuar siendo los protagonistas los pescados y mariscos, y platos como el «kinilaw» (pescado crudo marinado en vinagre y cítricos) son populares entre locales y visitantes.

Al ser una isla con mayor turismo, se pueden encontrar mayor número de resorts en islas privadas u hoteles boutique en el centro del pueblo. Los mochileros y aventureros también encuentran opciones asequibles en hostales y cabañas rústicas rodeadas de naturaleza.
El Nido: playas paradisíacas
También ubicado en Palawan, El Nido es conocido por sus impresionantes paisajes marinos, con acantilados de piedra caliza que emergen de aguas turquesas y playas de arena blanca. El Nido Marine Reserve Park es hogar de una biodiversidad asombrosa, incluyendo arrecifes de coral vibrantes y una variedad de especies marinas.
El island hopping es esencial, con tours que llevan a los visitantes a lugares como la Pequeña y Gran Laguna, la Playa Secreta y la Isla de las Siete Comandos. Cada parada ofrece oportunidades para nadar, bucear y maravillarse con la belleza natural. Para los más aventureros, el snorkel y el buceo revelan un mundo submarino lleno de vida y color.
Aunque la oferta gastronómica en El Nido ha crecido con el turismo, ofreciendo múltiples opciones de comida internacional, los platos tradicionales filipinos siguen siendo destacados, con énfasis en ingredientes frescos y sabores auténticos.
En cuanto al alojamiento, en el pueblo de El Nido y en la bahía, abundan los hoteles boutique y cabañas frente al mar, para quienes buscan comodidad con un toque local. También hay hostales y alojamientos económicos para mochileros o alojamientos de lujo, como Panorama Beach Club & Resort, elegantes villas integradas en la naturaleza desde donde ver una de las mejores puestas de sol de la isla.